Ninguna posición era efectiva. La cama parecía
haberse convertido en un gran bloque de cemento; conciliar el sueño era
imposible. Ya eran meses en que las noches se habían vuelto para Cristóbal un
campo de feroces batallas entre él y su almohada, pero esa noche fue la batalla
final. Se levantó de la cama y se dirigió a su ventana. Más allá hay dragones. Estaba extenuado de tanto pensar. Abrió la
ventana. El fresco del aire le dio la sensación de ser libre al menos por un
instante. Y no que Cristóbal estaba preso, al menos no físicamente. Mas su
espíritu es quien daba voces desde adentro reclamando libertad.
El proyecto estaba listo para ser presentado,
¿pero quién creería en él? Lo que Cristóbal planteaba era una locura. Nadie en
sus cinco sentidos patrocinaría su proyecto. Cristóbal no estaba desafiando
sólo los límites del mundo conocido, sino también las bases sobre las cuales
estaba sentada la sociedad de entonces; las verdades
absolutas que nadie podía cuestionar estaban en juego.
–
¿Viajar
más allá de los límites conocidos? ¿Estás tú loco muchacho? –le dijo cierta vez don Hernando Montalvo, un anciano cartógrafo a
quien Cristóbal apreciaba mucho pues era como un padre para él.
–
Pero
nadie nunca lo ha intentado. ¿Por qué creer que nosotros somos los únicos
dignos de vida? ¿Y qué si más allá de nuestros límites existen tierras
desconocidas? ¿Y qué si al otro lado del mundo hay gente que necesita de
nuestra ayuda? –argumentó Cristóbal en ese entonces cuando
tan sólo tenía diecisiete años.
–
He pasado mi vida estudiando los
territorios conocidos y ahora tú pretendes descubrir nuevas tierras. Deja de
soñar y ponte a hacer algo productivo. Entiende que Dios nos escogió sólo a
nosotros para disfrutar de la tierra, y si Él así lo quiso, ¿quién eres tú para
cuestionar sus designios? Si insistes con eso de ir más allá de los límites
sólo te perjudicarás a ti mismo hijo. Y te digo esto porque quiero lo mejor
para ti. La Tierra es plana. Más allá no hay vida. Más allá hay dragones.
Estas
palabras persiguieron a Cristóbal por años, pero esa inquietud de surcar los
mares hasta los límites desconocidos era como una llama de fuego que ardía más
y más. Entonces decidió desafiar los límites de la tierra conocida o morir en
el intento, y tras varios años de lucha y búsqueda, finalmente Cristóbal logró
emprender el viaje soñado. Grande fue su sorpresa al descubrir lo que había más
allá de la tradición. La historia lo conoce como Cristóbal Colón, el
descubridor de América.
Bueno,
supongo que si estás leyendo este post ya te imaginarás a qué viene la historia
que acabo de narrar. Cualquier parecido con nuestra realidad religiosa NO es
pura coincidencia.
Muchas
veces me he sentido como Cristóbal. Soy creyente desde hace ya aproximadamente
ocho años y siempre he tenido una insatisfacción en cuanto a cómo se manejan
algunas verdades absolutas en la
iglesia en general. Como cristianos nos hemos acostumbrado a vivir dentro de nuestras cuatro paredes y
hemos sido ajenos a la necesidad que puede haber (¡y sin duda hay!) al otro
lado del mundo. En nuestra agenda existen tantas actividades
eclesiales, pero muy pocas actividades que incluyan a quienes están más allá de
nuestro mundo conocido (más conocidos como los mundanos - término que en lo personal suena bastante
despectivo porque incita al desprecio antes que a la compasión -). Y estas reuniones no son malas, al contrario, son totalmente necesarias; pero al parecer,
para nosotros los cristianos la tierra sigue siendo plana y todo gira alrededor
nuestro.
Estamos
más pendientes de seguir las tradiciones que aprendimos de algún predicador antes que el gran mandato que Jesús nos dio de predicar el evangelio a toda
criatura. Sabemos de memoria qué música debemos oír y cuál supuestamente tiene
un mensaje satánico si la escuchamos al revés; somos expertos en qué ropa es
santa y cuál es inapropiada para visitar
la casa del Señor; tenemos bien en claro que tomar alcohol es pecado al menos
que sea en un brindis pues entonces el alcohol se santifica dependiendo de la
ocasión; por un lado juzgamos a los que comen tal o cuál alimento, mientras que
por otro nos burlamos de aquellos que dejan de comerlo; cuidamos que nadie que
no sea predicador o ministro de alabanza pise el estrado pues sólo ellos son
dignos de entrar en el lugar santísimo; estamos
al tanto del facebook de tal hermanito a ver si está cuidando el testimonio. Bueno, déjame
decirte que mientras nos estamos esforzando por ser tan piadosos y cumplir
todas las reglas que hemos heredado de la tradición cristiana, hay gente al
otro lado del mundo que está muriendo de hambre por escuchar la Palabra de
Dios.
Estoy
seguro que como Cristóbal tú también muchas veces soñaste con hacer algo
diferente, algo que impacte al mundo, algo sin precedentes para extender el
reino de Dios. ¿Pero por qué no lo
hiciste? Porque probablemente alguien te dijo alguna vez:
Más allá hay dragones. ¿La
música? ¿El cine? ¿La tecnología? ¿Las comuniaciones? Ni hablar, esos son
territorios del diablo y un cristiano santo no puede contaminarse con el mundo.
Te prohíbo que surques aguas desconocidas para mí. No te
juntes con esa gente, no vayas tal sitio, no hables de esta manera, NO, NO, NO…
¿Te suena familiar?
¿Te suena familiar?
El
meollo del asunto es que no podemos matar los sueños que Dios ha puesto en
nuestro corazón de hacer cosas nuevas por alcanzar a los perdidos. No podemos
sacrificar el don de Dios para mantener nuestra reputación como buen cristiano
tradicional. Jesús nos dio una Gran Comisión y nosotros la hemos cambiado por
la Gran Tradición. ¿Estás haciendo lo que Dios te ha mandado o
te has conformado con cumplir sólo reglas humanas? Jesús reclamó cierta vez con
mucha indignación:
<<…”Este
pueblo me honra con los labios, pero
su corazón está lejos de mí. En
vano me adoran;sus
enseñanzas no son más que reglas humanas. Ustedes han desechado los
mandamientos divinos y se aferran a las tradiciones humanas… ¡Qué buena manera
tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener
sus propias tradiciones!>> Marcos
7.6-9 NVI.
Esto
no significa que debas dejar de obedecer a ciertas cosas que te han enseñado
para empezar a hacer lo que Dios te ha mandado, pues también dijo Jesús en un
contexto similar:
"Debían haber practicado esto, sin dejar de hacer aquello." Lucas11.42 NVI
Estoy seguro que todo lo que tus líderes cristianos te han enseñado, lo han hecho con la mejor intención para tu bien. Eso para mí no está en tela de juicio. A lo que me refiero es que no es aceptable que vivamos más
pendientes de cumplir ciertas reglas protocolares y habernos olvidado de la
esencia de todo: Sanar el corazón herido, darle libertad a los cautivos, llevar gozo a los angustiados, predicar las buenas noticias de Jesucristo y su palabra de Gracia. No es posible que estemos más pendientes del pecado
de la gente que de su necesidad. No puede ser que extendamos nuestro brazo para
señalar antes que para abrazar. No puede ser que inventemos cuentos de dragones
para mantener a las ovejas bajo nuestro control y seguir jugando a la iglesia feliz.
Es tiempo de que la Iglesia de Jesucristo se levante y empecemos a usar la creatividad que Dios nos ha dado para extender su Reino. Los métodos tradicionales para predicar ya no funcionan. Es tiempo de innovar. Tenemos muchas herramientas de comunicación a nuestro alcance y si dejamos de lado los temores podemos empezar a marcar la historia. Dios nos llama a un evangelismo creativo, un evangelismo que rompa esquemas, un evangelismo que cumpla las demandas de nuestro público objetivo: los que no conocen a Jesús. Estoy seguro que si los jóvenes alzamos la voz de Dios de formas nunca antes vistas, no habrá rincón de nuestro país al cual el poder del evangelio no alcance. ¡Es hora de cambiar!
Es tiempo de que la Iglesia de Jesucristo se levante y empecemos a usar la creatividad que Dios nos ha dado para extender su Reino. Los métodos tradicionales para predicar ya no funcionan. Es tiempo de innovar. Tenemos muchas herramientas de comunicación a nuestro alcance y si dejamos de lado los temores podemos empezar a marcar la historia. Dios nos llama a un evangelismo creativo, un evangelismo que rompa esquemas, un evangelismo que cumpla las demandas de nuestro público objetivo: los que no conocen a Jesús. Estoy seguro que si los jóvenes alzamos la voz de Dios de formas nunca antes vistas, no habrá rincón de nuestro país al cual el poder del evangelio no alcance. ¡Es hora de cambiar!
Jesús,
siendo el Hijo de Dios, estuvo dispuesto a ser conocido como bebedor de vino y
amigo de pecadores(Lucas7.34) y hasta lo llamaron demonio (Mateo10.25) por amor
al Padre y a los más necesitados, ¿qué estás dispuesto a sacrificar tú para
extender el reino de Dios?
¿Quieres ver señales y prodigios?, ¿enfermos sanados?, ¿gente liberada de demonios?, ¿muertos resucitados?...
Vayan por todo el mundo, dijo Jesús, (¡Sí, allá donde crees que hay
dragones!) y prediquen el evangelio a toda criatura, y (entonces y sólo entonces) estas señales seguirán a
los que creen…
Habla,
¿Vamos? :)
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